Se
sabe que los celtas eran animistas y que sentían un gran respeto por los la
vegetación y los bosques. A cada uno de los árboles se le asociaba una
significación sagrada. Para los druidas, los boques era el lugar en el que se
llevaba a cabo la iniciación. Para todos los celtas, el árbol era un elemento
de suma importancia en su vida diaria, ya que obtenían de él madera, leña y era
un símbolo del futuro de las personas: se decía que cada una llevaba un árbol
en el interior. Simbolizaba la Fuerza, la Ciencia y la Vida.
Los
celtas adoraban a los árboles, era símbolo de vida y pureza.
Algunos
druidas escribían en hojas grandes, los celtas no acostumbraban a escribir pero
en algunos ritos los druidas escribían en las hojas de los arboles sucesos,
deseos, poemas, palabras,... para que constaran en la vida de la tierra y
viajasen en el viento y siguiesen el ciclo de la vida cuando estas caen.
El árbol
era símbolo de los dioses, era la representación perfecta de la tierra y de la
sabiduría, fuerza y vida. Ellos adoraban todo eso. La escritura en hojas se
utilizaba también, según mitos y leyendas, para comunicarse con los dioses y la
naturaleza.
Además,
el árbol era considerado como el nexo de unión entre los distintos niveles del
cosmos (el subterráneo - las raíces - , la superficie - el tronco - y las
alturas - la copa y las ramas más altas - ) y la comunicación entre la tierra y
el cielo. En él se unían los elementos:
agua (en su interior), tierra (que, por las raíces, se incorpora a él), aire
(hojas) y fuego (al quemarse).
El Roble era el árbol de mayor
importancia. Al ser difícil de talar, se le asociaba la idea de fortaleza y
resistencia, de vigor y seguridad. En Irlanda, la palabra que lo denominaba se
traduce como “puerta”, por lo que el roble era también una especie de portal a
otra dimensión. Se creía también que tenía cualidades curativas. El roble era
elevado a la categoría de semidiós, y, cuentan las leyendas que un bosque de
robles que hubiesen crecido sobre otros robles anteriormente talados era
maligno y sumamente peligroso por las noches.
El Serbal tenía significado de protección,
y se utilizaba para guardar, por ejemplo, las casas. También se usaba en
rituales de adivinación.
El Sauce era un árbol un tanto sombrío, ya
que, por las noches, en la oscuridad, conseguía sacar sus raíces y se
desplazaba tras los caminantes mientras murmuraba. A los enemigos se les ataba
a los sauces, porque se decía que servían para hechizarles.
El Fresno se consideraba un nexo de unión
con otros mundos invisibles. Era utilizado en rituales para anular maldiciones.
El Aliso estaba relacionado con el
desarrollo de las cualidades psíquicas. Se creía que los instrumentos de viento
construidos con su madera podían convocar espíritus.
El Acebo vinculaba a los seres humanos con
la divinidad. Sus ramas eran un símbolo de protección y sabiduría.
El Avellano estaba relacionado con el
cambio de forma. Se creía que podía erradicar la energía negativa.
El Abedul se vinculaba al futuro y la
esperanza. Se utilizaba en rituales de purificación.
El Espino era el árbol de hadas por
excelencia, aunque también lo era el Saúco. Del saúco se servían para fabricar
vino. Se creía que muchos saúcos eran, en realidad, brujas y que antes de
cortar una de sus ramas, era absolutamente necesario pedir permiso.
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