Los druidas, quiénes han sido romantizados en la literatura moderna, fueron la gran clase hereditaria de sacerdotes responsables de transmitir y practicar las tradiciones mitológicas y religiosas de los pueblos célticos. El papel del druida puede compararse a la casta hindú de los brahamanes o al mago iraní, y como ellos se especializaron en las prácticas de magia, sacrificio y augurio. Debido a las similitudes entre estas clases y entre las ramas divergentes de descendientes de culturas indoeuropeas, se ha propuesto que los orígenes serían una clase similar entre los proto-indoeuropeos. Los druidas eran particularmente asociados al roble y al muérdago (hierba parasítica) que normalmente crece en estos árboles); y se cree que ellos utilizaban a este último para preparar medicinas o pociones alucinógenas. Para ayudar a entender el significado, la palabra druida (galés derwydd ) se cree a menudo que viene de la raíz de la palabra que significa "roble" (galés derw ), aunque probablemente esta raíz proto-indo-europea puede haber tenido el significado general de solidez. Los bardos, por otro lado, son aquéllos que relataban por medio de cantos las historias que recordaban los hechos de los guerreros tribales famosos así como las genealogías e historias de las familias de los estratos gobernantes entre las sociedades celtas.
La cultura céltica no era una cultura histórica, anterior al contacto con las civilizaciones mediterráneas, por lo que no dejaban su historia por escrito. Sin embargo, los pueblos celtas mantuvieron menudo una intrincada historia hablada comprometida con la memoria y transmitida por los bardos. Similar a otras culturas pre-instruidas (vea,
Los ritos secretos de los druidas han intrigado durante largos años a los diferentes estudiosos de lo considerado como desconocido. Y es que, en realidad, y si no hubiera sido -precisamente- por esa curiosidad de sus contemporáneos romanos o griegos, muchos de los “exóticos” menesteres de los druidas se hubieran sumido finalmente en el olvido. Por suerte, en el siglo I a.C., Julio César fue uno de los primeros en informar sobre este enigmático pueblo, sobre los druidas de blancas túnicas y sus misteriosas (y siniestras) actividades, las cuales, llevaban a cabo en remotas cavernas y oquedades gigantescas de robles.
Los druidas, según se cree, pudieron incluso haber celebrado sus cultos en lugares tan mágicos, pero a la vez tan misteriosos, como Stonehenge, pues ya habían sido construídas.
Los druidas, como sacerdotes de los antiguos celtas, intervenían muy a menudo en la resolución de disputas, emitiendo juicios, e imponiendo castigos. Asimismo, en ocasiones les estaba encomendado honrar a los dioses mediante sacrificios, y de vigilar la actividad de espíritus y almas perdidas.
En este caso, es preciso recordar que, los celtas, consideraban la cabeza humana como la sede práctica y misma en sí del alma, creyendo incluso que ésta seguía viviendo después de separarse del cuerpo.
Por ejemplo, Diodoro (escritor griego), reveló que los celtas guardaban como trofeos cabezas en arcas de cedro, y no se desprendían en absoluto de ellas de ninguna de las maneras.
Otro destacado deber druida era el de aplacar el espíritu de los muertos, sobre todo, durante la víspera del Samhain (esto es, último día de octubre), el cual era considerado como un momento de gran peligro, pues, al debilitarse el poder del Sol, los espíritus vagaban libres por la Tierra.
Cuando estuve en Galicia conocí a uno de ellos, en este caso una Druida llamada Ana, con la cual mantengo una gran amistad y me aportó muchísimo, tiene un blog el cual se llama El espacio de Ana Druida, espero que os guste su espacio, os lo recomiendo...
0 comentarios:
Publicar un comentario