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En el claro
Se despertó en la orilla, el Sol le indico que debían ser cerca de las 4 de la tarde. Se sentía mareado y confuso pero por lo demás no parecía tener ningún hueso roto, aunque el cuello le molestaba y algunos moratones y arañazos cubrían sus extremidades y cara.
Un largo y fino tallo salía del suelo y apenas sin ninguna rama ni hoja, se abría abruptamente en una enorme flor azul de largos pétalos, mezcla de rosa y margarita. La flor tendría el tamaño de una mano adulta, los pétalos se abrían, mostrando en el centro otra pequeña flor, apenas como un dedo, de color rojo intenso. De esta pequeña flor roja, casi se veía como la fragancia se escapaba para fundirse con el aire del bosque, y, por allí, donde pasaba, parecía dar vida y color. No conocía esa parte del bosque, en los 4 meses que llevaba allí, había dado largos paseos con su madre pero casi siempre subiendo el curso del río, y, cuando habían acompañado el río en su descenso hacia el Mar, en seguida tenían que dejar su cauce pues este pasaba entre desfiladeros que hacían imposible seguirlo.
Le pareció que este paraje era virgen y que ningún ser humano lo conocía. Esta sensación se veía reforzada por el hecho de la existencia de muchos animales salvajes a su alrededor, que no parecían asustarse con su presencia. Pero lo que realmente le hacía afirmar que este lugar no había sido hallado por ser humano alguno era el perfume.
Todo el paraje olía a salvaje y a pureza, era más una sensación que un olor. Era como si un frío suave y a la vez agradable entrara por todo tu ser, para al pasar, te refrescara y te hiciera sonreír, como si ese frío tuviera dedos que acariciaran cada fibra de tu alma. Enseguida se dio cuenta de que ese olor-sensación salía de unas enormes flores azules que crecían al lado del río.
Jorge se incorporo, entre confuso y maravillado. Se sentía bien, feliz, pero al mismo tiempo asustado. ¿Donde estaba? ¿Como volvería con su madre, a su hogar?
La cascada, de apenas 3 metros de altura, daba a un claro en el bosque. Era el mismo claro donde durante décadas, los intrépidos, atraídos por el aroma de las flores azules, se habían acercado, no sin pocos peligros. Ahora Jorge, un niño de 7 años, había vuelto a encontrarlo, o, mejor dicho, el río lo había llevado a el.
Continuará...
2 comentarios:
Oye haber si pones pronto el siguiente capitulo del hada Milana, me tienes enganchado y con curiosidad por lo que sigue, no tardes mucho. Me está gustando el cuento, por cierto que lo estoy copiando para contárselo a mi hijo para dormir. Otra cosa me gustaria saber si eres el autor del cuento, gracias.
Hola seguidor anónimo, en primer lugar, me alegro que te guste el cuento del Hada Milana, la verdad es que me lo pasó por correo una amiga para que lo pusiera, me gustó y eso hice.
Y en cuanto a que ponga mas a menudo el cuento, la verdad es que es grande, para tu información consta de 6 capítulos y la verdad es que ocuparia casi todo el blog, ademas de darle pasos a otra serie de entradas, eso sí, te prometo que no tardaré más de 3 días en actualizar los capítulos, espero complacerte. a por cierto, cuentale a tu hijo los 3 capítulos, en breve continuare con el cuento, gracias.
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