Las descripciones de Edad Media y Renacimiento tendían a atribuirle al lobo rasgos humanas, por lo que no es de extrañar que ocurriese al contrario. Hay casos en que incluso el nombre refleja esta simbiosis; entre los anglosajones, por ejemplo, Beowulf, Cynewulf, Ealdwulf o Ethelwulf fueron nombres de héroes legendarios; en el caso de los vikingos, Ulf y sus derivados son comunes; otro tanto ocurre entre los germanos continentales con el nombre Wolfgang; entre los normandos –y luego de la invasión a Inglaterra entre los anglonormandos–, Lowell, Lovel, Lovett son diminutivos de «lobo» en francés antiguo.
Además, a todo príncipe o noble caracterizado por su fiereza, maldad, impiedad o paganismo se lo asimiló a las cualidades negativas del lobo que, a su vez, lo hacían aliado del demonio. Hacer de esos personajes hombres lobo fue apenas un paso. Hay muchos ejemplos y provienen de casi toda Europa. El 28 de julio de 1131, en Abbeville, Francia, Hughes de Camp, conde de Saint Pil, atacó y quemó por completo la abadía de Saint Riguier, con el objeto de atrapar al conde d'Auxi y al conde de Beaurain-sur-Canche, sus enemigos mortales, que se habían refugiado en ese edificio. En el incendio murieron unas 3000 personas. Hughes de Camp fue castigado con la muerte. Según se dijo, posteriormente se lo vio deambular aullando cerca del lugar donde había estado la abadía y, en oportunidades, en las mismísimas calles de Abbeville.
Entre 1210 y 1214 el inglés Gervase de Tilbury (c. 1150-c. 1220) compuso su obra Otia imperiala, también conocida bajo los nombres de Liber de mirabilibus mundi, Solatia imperatoris y Descriptio totius orbis. El volumen, dividido en tres partes –historia, geografía y física–, contenía una colección de leyendas y supersticiones medievales que, supuestamente, planteaban todos los conocimientos disponibles en ese momento. Esa bolsa de relatos de viejas tontas –según la calificación que siglos después le diera Leibniz– había sido recopilada para diversión de Otto IV, quien había sido excomulgado por el Papa, retirándose en soledad al principado de Brunswick.
En varias oportunidades, Gervase de Tilbury hace referencia a hombres lobo ingleses. También a la historia de Raimbaud de Auvergne, un ex soldado convertido en bandido, que se transformaba en lobo y atacaba a niños y adultos, hasta que un carpintero le rebanó una mano. Posteriormente, el motivo del hombre o la mujer lobos y la mano cortada se repetirá una y otra vez en numerosos relatos europeos, algunos de los cuales se presentarán como verídicos. Este autor fue quien asoció la transformación con la aparición de la luna llena, pero este concepto fue raramente asociado con el hombre lobo hasta que la idea fue tomada por los escritores de ficción moderna.
En el Bestiario de Aberdeen –manuscrito iluminado, redactado en Inglaterra cerca del 1200– se emparienta al lobo con el león a través de una etimología errónea: a su nombre latino –lupus– se lo hace derivar de leopes –una deformación de leo-pos («pie de león», «garra»)–. En él se dice: “Los lobos reciben su nombre de su rapacidad: por esa razón a las prostitutas las llamamos lupae, porque despojan a sus amantes de sus riquezas. El lobo es una bestia rapaz que ansia sangre. Su fuerza se encuentra en su pecho o en sus mandíbulas, pero tiene debilidad en el lomo. No puede girar el cuello. Se dice que vive a veces de sus presas, a veces de la tierra y a veces, incluso, del viento.
La astucia del lobo es tal que no atrapa comida para sus lobeznos cerca de su guarida, sino lejos.” Y mezclando la observación con la superstición: “Los ojos del lobo brillan de noche como lámparas. Tiene como característica que, si ve a un hombre antes de que éste lo vea, le arrebata el habla y lo mira con desprecio, como vencedor sobre el que no tiene voz. Pero si siente que el hombre lo ha visto antes de que él lo vea, pierde su fiereza y su empuje para correr.
Solinus, quien tiene mucho que decir sobre la naturaleza de las cosas, afirma que sobre la cola de este animal hay una minúscula porción de pelo que sirve para filtros amorosos; si el lobo teme ser capturado, se arranca el pelo con los dientes; el filtro carece de poder a menos que el pelo sea arrancado cuando el lobo todavía está vivo. El Diablo tiene la naturaleza de un lobo; siempre mira a la humanidad con malos ojos y continuamente da vueltas en torno del rebaño de fieles de la Iglesia, para arruinar y destruir sus almas. Que una loba dé a luz cuando se oye por primera vez el trueno durante el mes de mayo significa que el Diablo, que cayó del cielo, exhibe su orgullo. Que su fuerza resida en sus cuartos delanteros y no en sus cuartos traseros también significa que el Diablo, que anteriormente fue un ángel de la luz en los cielos, ahora, en la tierra, se ha convertido en un apóstata. Los ojos del lobo brillan en la noche como lámparas porque las obras del Diablo les parecen bellas y sanas a los ciegos y los tontos.”
0 comentarios:
Publicar un comentario