La bola de cristal es un
instrumento adivinatorio, que ha perdurado como herencia del pasado, y es un
testigo mudo de la evolución de los tiempos.
Todo el mundo ha oído hablar de
la bola de cristal, sin embargo se presenta como un gran enigma, que muchos
desconocen.
La bola de cristal ha sido un
instrumento de adivinación sumamente efectivo, aunque hoy en día ha sido
desplazada por otros como puedan ser el tarot. Sin embargo, al ser un
instrumento tan eficaz, a pesar de haber quedado en la sombra, ha perdurado a
lo largo de los tiempos.
La bola de cristal como símbolo
esférico equivale al infinito, y es un sinónimo de la totalidad; Platón
consideraba al hombre en un estado anterior al terrenal como una esfera total,
perfecta e infinita...
El primer precursor fue el agua,
que mostraba un fiel reflejo de la persona, y posteriormente fue relevado por
los espejos (que no eran otra cosa que ventanas para acceder a mundos
desconocidos) hasta finalmente llegar a la bola de cristal.
Su origen se remonta al antiguo Egipto,
y arraigó fuertemente a lo largo de la historia, habiendo llegado hasta
nosotros, unos pocos ejemplos del testimonio del pasado. Las primeras esferas
aparecieron en Antinópolis (antigua ciudad egipcia) donde los sacerdotes las
utilizaban ya con fines esotéricos, uso que ha perdurado hasta nuestros
tiempos. Durante muchos años las pitonisas húngaras, rumanas y griegas han
utilizado mucho mas la bola de cristal que las mismas cartas del tarot, sin
embargo con el paso del tiempo ha quedado relegado a un segundo plano.
Famosas son las bolas de cristal
de Branan Inne, cuya tradición de construcción ha sido heredada por los
antiguos alquimistas siguiendo la antigua tradición esotérica y cuya fórmula de
construcción de dicha esfera perfecta ha sido guardada celosamente.
La Bola de cristal es un lugar
donde nos podemos sumergir y encontrar en su interior un reflejo del
inconsciente, que se convierte en un paso al más allá, capaz de desencadenar
esos fenómenos de videncia que todos llevamos dentro, y que reflejamos en esa
esfera redonda.
Pitágoras tenía una bola de
cristal que recargaba por las noches de luna nueva con su luz. También
Aristóteles y Alejandro Magno poseían una, de ahí deducimos que su uso ha
estado siempre muy arraigado en la antigüedad. Además la iconografía cristiana
se hace eco de la bola de cristal, pues existen varias imágenes de vírgenes
donde el niño Jesús es portador de una bola de cristal como la Virgen de
Montserrat y la Virgen de Nuria.
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