En las skazki, las narraciones
populares rusas de tema maravilloso, aparecen una serie de personajes
sobrenaturales cuyas raíces se hunden en el pasado más remoto del folclore
eslavo. El más conocido es la bruja Baba Yaga, ambivalente ogresa del bosque
que devora niños y viaja a gran velocidad montada sobre un enorme mortero.
Aparece como un malévolo
torbellino salido de lo más profundo del bosque. Precedida por chasquidos de
madera seca y una ráfaga de viento tempestuoso, surge de entre los árboles
subida a su mortero, impulsándose con la mano del mismo y borrando con una
escoba el rastro que deja en la tierra. Puede volar por el aire también, y
entonces se asemeja a una nube oscura que amenaza con ocultar la luz del día.
Baba Yaga no resulta muy
agraciada. Su aspecto corresponde al de una vieja horriblemente fea, alta y
delgada, tanto que en algunos cuentos se la llama “Baba-Yaga pierna huesuda”.
El pelo gris le flota enmarañado en torno a la cabeza, su nariz es aguileña y
sus dientes largos, afilados y lo suficientemente resistentes como para roer
con ellos el tronco de los árboles a los cuales huyen los protagonistas de
algunos relatos. Esconderse de ella resulta una empresa difícil debido al
magnífico olfato del que disfruta, aunque merece la pena intentarlo, pues de
caer en sus garras es probable terminar en el horno de su casa, cocinados y
servidos a la mesa de la bruja.
Baba Yaga vive en una
construcción de madera, la izbushka (diminutivo de izba, casa tradicional rusa),
que se asienta sobre dos grandes patas de gallina y se mueve por voluntad
propia. Cuando llegan el héroe o la heroína del cuento, estos suelen
encontrarla de espaldas al camino, con la puerta tapada por los árboles. Para
poder entrar deberán recitar la fórmula adecuada, que puede consistir
simplemente en: “Izbushka, izbushka, da la espalda al bosque y el frente hacia
mí”.
A veces la izbushka parece más
pequeña por dentro de lo que debería ser según su tamaño exterior, por lo que
al mirar a través de la ventana se ve a Baba Yaga constreñida por las paredes
de madera, con la cara aplastada contra la ventana y las piernas encogidas,
como si el tamaño de la casa no fuese superior al de un ataúd. En otras
ocasiones la casa es mucho más grande, y se encuentra dentro de un recinto
rodeado por una valla hecha de huesos, festoneada por calaveras, con una puerta
enmarcada por piernas esqueléticas cuya cerradura es una boca de dientes
afilados.
Según la interpretación
comúnmente aceptada, la casa de Baba Yaga se encuentra justo en el límite entre
el mundo de los mortales y el de los espíritus, y la bruja es nada menos que la
guardiana entre los dos mundos. Por ello los cuentos siempre la sitúan en el
lindero de un frondoso bosque, a la orilla del mar, en la entrada de un mundo
subterráneo… En este territorio fronterizo, el poder de Baba Yaga es inmenso:
los animales le obedecen; el Día, el Sol y la Noche, personificados como
caballeros con armadura están a su servicio; conoce el “agua de la vida” y sabe
usarla para curar heridas y devolver la vida; posee incontables objetos
mágicos, como, por ejemplo, garrotes que convierte en piedra todo lo que
golpean, guslis (instrumentos tradicionales de cuerda) que toca solos o
alfombras voladoras.
A Baba Yaga no se le conoce marido
o consorte, a pesar de lo cual en algunos cuentos vive junto a sus hijas (hasta
41 según el relato). Estas suelen sufrir de forma indirecta los aviesos planes
de su madre y las estratagemas del héroe para evitarlos. Cuando Baba Yaga
ordena a su hija que lo meta en el horno, este acaba convenciendo a la muchacha
de que entre ella primero y al final a quien se come la bruja es a su propia
hija. Si Baba-Yaga ordena a sus sirvientes que maten al protagonista y a sus
hermanos mientras duermen en la izbushka, estos cambian antes sus ropas con las
hijas de la bruja, por lo cual los sirvientes, confundidos, las matan a ellas.
Baba Yaga es, en general,
maléfica y cruel, persigue con tenacidad a los humanos que invaden su
territorio y se alimenta de niños, jovencitas y viajeros perdidos. Sin embargo,
por extraño que parezca, puede comportarse también de forma positiva,
dependiendo del cuanto (y a veces muestras las dos caras en el mismo relato).
Entonces ayuda al héroe o a la heroína dándoles ayuda y consejo, les
proporciona algún objeto mágico o las indicaciones necesarias para llegar al
mundo de los espíritus si así lo necesitan. Para obtener la ayuda de Baba Yaga
primero deben demostrarle que no la temen y que saben cómo negociar con ella.
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