La palabra esoterismo procede del griego έσώτερος (esoterikos, “lo que está dentro, en el interior, oculto”). Este término abarca un grupo de creencias, prácticas y conocimientos para cuyo acceso se necesita un cierto grado de “iniciación”. En la antigua Grecia la enseñanza esotérica era la que se impartía dentro de las academias o escuelas, mientras que la exotérica era a la que tenía acceso todo el mundo, fuera de los centros de enseñanza. Desde siempre han existido escuelas filosóficas que afirman poseer una “verdad oculta” sólo accesible para sus miembros, pero la búsqueda de conocimiento exige el desarrollo de la facultad del juicio propio. Pitágoras, de hecho, tenía dos clases de discípulos: los exotéricos y los esotéricos; estos últimos eran los que recibían las más altas enseñanzas del sabio griego y debían guardar silencio sobre ellas.
El físico cuántico Schrödinger dejó escrito: "La distinción Pitagórica de los números triangulares no fue una simple Ilusión”.
Más oscuras resultan las especulaciones sobre la vinculación entre masonería y esoterismo, que durante la mayor parte del siglo XVIII fueron constantes y profundas. Entre las manifestaciones de estas prácticas esotéricas se encuentran la ritualización de los pasos de un grado a otro, el desarrollo de la leyenda del constructor del templo de Salomón Hiram, la inclusión de símbolos de religiones o teosofías antiguas y herméticas o la vinculación de la masonería con la Gran Tradición, corriente de conocimiento profundo que enraizaría en la elites sacerdotales de las civilizaciones mesopotámica y egipcia, pasaría por los filósofos helénicos y alcanzaría las manifestaciones sectarias de los cátaros, la orden de los Templarios y los Rosacruces hasta llegar a los masones.
El simbolismo de los ritos.
Muchas personas relacionan la palabra “rito”, con algo oculto o misterioso. Nada más lejos de la realidad. Rito es todo aquello que se hace de forma invariable y mecánica producto de una cultura determinada. Cualquier situación personal o colectiva, que se repite sin apenas modificaciones y siguiendo una estructura predefinida y con un fin determinado, es un rito. Los protocolos de sociedad, las ceremonias universitarias, las fiestas tradicionales, las celebraciones religiosas e incluso actitudes que inconscientemente repetimos en nuestra vida son ritos. El rito, como recreación repetitiva de frases y gestos tradicionales, no implica necesariamente ningún acto religioso o místico. Sirven fundamentalmente para mantener una tradición, así como para generar una catarsis que nos permita romper con el mundo exterior y concentrarnos en el aprendizaje social, filosófico o intelectual.
He aquí, en mi opinión, cómo podemos conciliar la libertad de indagar y de seguir las enseñanzas del esoterismo y la libertad inherente en cada conciencia individual, libertad para seguir el rito como un símbolo histórico-social o como parte de un corpus esotérico, como ocurre en algunas ramas de la Masonería. El rito, con su significado particular, debería ser relegado al ámbito privado de cada uno, a la esfera íntima en donde se interpreta e integra el valor exotérico o esotérico del mismo. El rito masónico, por ejemplo, sería la manifestación exotérica de su trascendencia esotérica, en donde cada masón cristaliza su significado en el crisol de la razón y en el desarrollo de su evolución iniciática personal. En definitiva, cada rito es un acto íntimo cuyo significado se adquiere a través de una profunda reflexión interior, buceando más allá de su significado “exotérico”, mundano o trivial.
El rito sirve también para aprender unos usos y modos que permiten reconocerse a los iniciados entre sí (ya sean masones, rosacruces, teósofos, etc.) por encima de culturas o idiomas. En sus prácticas los esoteristas utilizan el rito como sistema de funcionamiento, con lo que consiguen mejorar el nivel de conversación y comprensión entre ellos. Podría parecer que el rito esotérico es uno e inmutable; no es así, a lo largo de la historia se han creados varios ritos. En el esoterismo habría pues que diferenciar la praxis derivada del símbolo y la gnosis o conocimiento iniciático derivado de la evolución de cada estudioso del tema.
La masonería: ¿un camino intelectual o esotérico?
Si nos referimos a la concepción de la palabra esotérica como contraposición antagónica de exotérico (del gr. exoterikós) que significa "exterior" o en su acepción moderna de "accesible a todo el mundo", no cabe duda de que la masonería es esotérica. Esta orden iniciática se fundamenta precisamente en la reserva de sus símbolos que adquieren en el interior de las logias un significado mucho más profundo que lo que a primera vista y exotéricamente tienen. Este uso de los símbolos es precisamente lo que los diferencia de cualquier otra asociación cultural. Y debido a la reserva que hacen de ellos frente a la sociedad, se convierten, por definición, en una sociedad esotérica. Siguiendo con la comprensión de los términos que estamos usando, si por una cuestión semántica la masonería es esotérica, sus miembros son “iniciados”, ya que han sido instruidos en el camino del estudio de una serie de símbolos, que son, como decía antes, de corte esotérico.
¿Por qué entonces la eterna discusión racionalismo vs. esoterismo? En mi opinión es un problema de mezcla de conceptos no aclarados y mal definidos, en donde se define a los esoteristas o iniciados como unos seres poseedores de misterios y poderes mágicos que obviamente no tienen. Otro problema ha sido la banalización de la palabra esoterismo, que se ha visto desposeída de su verdadero significado semántico. Y después están los “maestros”, “videntes”, “iluminados” y “ocultistas” que se han enriquecido a costa de la ignorancia de muchas personas desesperadas. Por ventura no todos los verdaderos estudiosos del esoterismo se anuncian como tal, en grandes titulares, anunciando a bombo y platillo que te van a “sacar el mal de ojo”, ayudarte a “encontrar pareja” o hacer “próspero tu negocio” a cambio de tu cartera.
Racionalismo y esoterismo.
Las creencias dogmáticas que desprecian el método científico son superstición y la ciencia tiene el deber de indagar y aclarar esto. Es importante matizar que el verdadero esoterismo tiene que ver más con la religión que con la ciencia. El racionalismo y la absoluta libertad de conciencia son pilares de la cultura democrática, y el verdadero conocimiento, alejado de creencias fanáticas y coercitivas de la razón, también. La superstición o la “pseudociencia”, como “objetivo a destruir”, puede derivar en una corriente también peligrosa, al convertirse el atacante, abanderado del racionalismo, en un inquisidor autorizado por lo político e intelectualmente correcto. La ciencia no debe ser nunca “anti”. La ciencia debe fomentar el “escepticismo” (del griego “el que duda”, nunca significando “el que niega”), porque de lo contrario ya no sería ciencia y se convertiría en una corriente intolerante que solo desea imponer una dictadura intelectual, a su vez desvestida de todo significado más allá de lo social; una eugenesia psicosocial peligrosa, muy cercana al totalitarismo intelectual.
La ciencia debe informar de forma aséptica e imparcial. En los modelos de enseñanza escolar debe impartirse el método científico como forma de educar en la razón y crear una sociedad de hombres de espíritu abierto, instruidos y libres. Pero este objetivo loable no debe utilizarse para crear una sociedad homogénea cerrando las puertas del acceso libre y personal a otros modelos de conocimiento. Y mucho menos mofarse y hacer escarnio público de quien sigue motu proprio ese camino esotérico. Debe quedar bien clara, por supuesto, la línea divisoria de la ciencia y la creencia, del pensamiento crítico y del pensamiento religioso o esotérico. Informar sí, pero nunca coaccionar, porque ¿quién posee la verdad absoluta?
1 comentarios:
si creo un poco en eso pero trato de no meterme en esas cosas porque me da cosita.
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