Mi Rincón Mágico

Queridos visitantes a este espacio, hoy quiero que veais y sepais de este arte mágico que se pierde cada día que pasa. La Forja es un arte que corre por mis venas, e incluso he sido maestro de este viejo oficio en cursos que impartí por el I.N.E.M.

Mi arte va sujeto a la decoración, y a través de otro blog que cree cuando estube en Galicia “Un Iliplense en Vigo”, comenté y expuse algunas piezas a forja que realicé y quiero que forme parte de este blog.

Para que veais la magia de mis manos a través de la forja, os dejo estos accesos directos que os llevaran a artículos de dicho blog, con el objetivo de no alargar el presente artículo y facilitar el acceso a mi arte, espero que os guste.

Ver imágenes: Forja 1, forja 2, forja 3, forja 4, forja 5, forja 6, forja 7.

La invención de la forja es uno de los mayores descubrimientos de la historia de la humanidad.

Sin ello la vida era inimaginable, tanto en la ciudad como en la nación. Es difícil imaginarse cuan importante era aquel descubrimiento en eras pasadas, desde nuestra perspectiva moderna. Apenas puede ser comparado con cualquier otra invención actual. Solo como una ilustración de su importancia, deberíamos mencionar que la gente que poseía estas habilidades podía desarrollar su civilización rápidamente, y también conquistar a otros que no había visto antes en el camino. Tal vez la mejor comparación con el descubrimiento de la forja sea el descubrimiento de la electricidad que permitió a la gente avanzar más rápido y dirigirse a la edad atómica y la era de la comunicación.

A causa de todo esto, la gente (sobre todo en Europa y Oriente Medio) hizo de la herrería un significativo número de mitos y leyendas. En épocas paganas, las invenciones no eran atribuidas a las gentes, sino a los Dioses. En otras palabras, estos conocimientos eran otorgados a las gentes por fuerzas más altas para la progresión más rápida de la sociedad por la que se apiadaba la divinidad.

Si hablamos de la forja las divinidades que la concedieron eran indudablemente de un carácter ctónico. Incluso si hablamos del ángel Azazel del Libro de Enoch, que otorgó el conocimiento de la forja a la humanidad, podemos considerarlo una divinidad ctónica ya que después de esto él fue castigado por Dios y arrojado a un agujero, que podemos interpretar como el mundo subterráneo. No es difícil de explicar porque el comercio del herrero fue asociado con divinidades ctónicas. La gente hacía el metal de la cáscara de la tierra, cavando y arrancándoselo, para ser transformado, con el conocimiento de esta habilidad, en los artículos más asombrosos.

Todo lo que vino de la tierra y sus profundidades, en el pensamiento de la época pagana, se pensaba que había pertenecido a las divinidades ctónicas y por eso a menudo la forja y la herrería recaían en su protección. Sin embargo el proceso de fabricación del metal era más bien una operación mágica secreta, solo más tarde se convirtió en un comercio común. Entonces, reuniendo estas cosas, no es difícil entender el motivo por el que el herrero a veces era considerado un mago, alquimista o brujo. A menudo ellos eran identificados con estas divinidades del submundo que eran, según la regla, no solo protectores de la forja, sino responsables de la magia y a menudo de la fertilidad. Las fuerzas ctónicas, representadas como seres sobrenaturales de todas las clases, y también su amo la divinidad del submundo, fueron encontrados siendo visitantes de la forja. El herrero, que era el que trabajaba con ello, fue su representante en la sociedad del pueblo. Es por eso que no debe de ser una sorpresa que en muchas tradiciones la divinidad básica de las brujas sea también considerado el protector del herrero. Así era también en la vieja Serbia.

En los cuentos populares serbios la forja fue dada a los serbios por el mismo Diablo. Esta creencia popular no sorprendió a los etnólogos de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Incluso aunque pareciese extraño creer que una “fuerza primordial maligna” dio a las gentes el que era el conocimiento más importante para ellos en su vida diaria y el progreso, los etnólogos sabían que las divinidades paganas más importantes fueron identificadas con el Diablo durante la cristianización. Algunos se hicieron santos cristianos, y otros como las divinidades del submundo se hacen diablos, mientras la divinidad principal del Submundo se convierte en el Diablo. La gente aceptaron las cosas como eran, transfiriendo así muchos mitos relacionados con divinidades ctónicas a mitos relacionados con el diablo. A causa de esto muchos campesinos evitaron que sus hijos se relacionaran con este oficio, siendo entonces abrazado por los gitanos.

Un gran numero de cuentos sobre el herrero y el diablo sobrevivió en Serbia. A veces ambos eran identificados como la misma persona. Por ejemplo, en una versión de la historia la figura vista en la Luna (de las montañas) era el herrero, y en cambio en otra versión era el diablo. Como el herrero acaba sobre la luna es explicado en esta graciosa historia:

El diablo una vez fue a donde el herrero para pedirle ser instruido en los secretos del oficio, cuando ellos estaban hablando sobre la paga el herrero le sugirió al diablo que trabajase para él durante un año sin la paga, y si él lograba todas las tareas que el herrero le mandaba, después de aquel plazo, el herrero serviría al diablo para siempre. El diablo estuvo de acuerdo con esto, y entonces el herrero le dio tareas cada vez las tareas más difíciles que un ser humano no podía realizar, sin embargo el diablo siempre las hacía. Como el plazo cada vez estaba más cerca, comenzó a pensar en como engañar al diablo y resolvió hacerle entrar en el horno de la forja para limpiarlo por dentro. El diablo aceptó el encargo y se metió en el horno para cumplir la tarea asignada, entonces el herrero conectó el fuego y el diablo comenzó a marchitarse. Con miedo de marchitarse hasta morir, el diablo acordó olvidar el acuerdo y regresar sin ningún pago. Cuando el herrero murió no le dejaron entrar al cielo, y lo enviaron a ver al diablo, sin embargo allí fue reconocido por el diablo que le sirvió el cual al verse se escapó y dijo a otros diablos de escaparse también, de tal modo que el herrero no los matara. Cuando Dios vio esto, no sabiendo entonces donde poner al herrero, envió a “Saint Peter” para conducirlo a la Luna. Desde ese día la gente podía ver la cara del herrero en la Luna.

Esta historia es interesante, aunque aquí el diablo aparece como el aprendiz del herrero, pero esto es posible que sea una figura de demonio inferior, siendo el herrero quien representa a la divinidad principal ctónica, el protector del oficio. Pero lo realmente interesante es lo que la gente piensa de los herreros, siempre siendo relacionados con fuerzas impuras, malditas o prohibidas. La gente tuvo miedo de ellos. Por otro lado también aprendemos que los herreros ni van al cielo, ni van al diablo, después de la muerte sino a la Luna que los vincula además con las fuerzas ctónicas y probablemente al representante ctónico mismo, que es el protector de ese oficio y la magia, colocada en el cielo de la noche.

En la vida real los herreros realmente trabajaron con la magia, y ofrecieron a la gente servicios de esta clase. Su trabajo fue asociado con la realización de un ritual adecuado, mientras la forja en sí misma fue convertida en un templo mágico.

El yunque era lo más sagrado de todo. Era hecho los sábados, en la luna llena, después de la media noche. El trabajo era dirigido por quien lo guardaría, y tenía ocho ayudantes más, también herreros. Este trabajo era realizado mientras se estaba desnudo, la conversación estaba totalmente prohibida, así como también la presencia de mujeres. El trabajo tenía que terminarse para el alba. Esto nos dice que probablemente los herreros eran parte de algún gremio y que guardaron los secretos de la forja y la magia celosamente para ellos. Los yunques eran considerados como sagrados y eran un foco de admiración considerados como un altar.

Todo lo que era hecho sobre ellos conseguiría una fuerza mágica.

Petar Z. Petrovic, etnólogo, nos presenta en qué medida este altar era sagrado, contándonos una anécdota en la que un hombre joven entró a la tienda de un herrero y se sentó sobre un yunque. Cuando vio la cara atónita del herrero entonces se dio cuenta de lo que acababa de hacer. Se levantó de un salto, adorando al yunque, lo besó y pidió perdón al propietario. Esto significa que las personas eran conscientes de la santidad del yunque. El yunque también se equiparó con la Biblia.

Los herreros rezaban junto a él, encendían velas cerca de él y quemaban inciensos a su alrededor. También la gente juraría sobre el yunque. Ponían pan y sal sobre él para decir: “Juro por el yunque, el pan y la sal, que estoy diciendo la verdad.”

Se creía que si alguien mentía sobre el yunque, moriría por el martillo o por el fuego, atributos probablemente relacionados con la divinidad que protegía el oficio del herrero. En algunas partes del país traían sacrificios para el yunque, y con frecuencia el vino era derramado sobre él, por ejemplo en Navidad.

Los herreros también curaron enfermos con su ayuda. A menudo utilizando el agua derramada sobre el yunque, ya que se creía que habían obtenido poderes mágicos. Lo herreros también, en la noche, hacían un cinturón metálico para mujeres embarazadas quienes, llevando este cinturón, se protegerían ellas y a sus hijos. También había pequeños encantos metálicos, hechos de la misma manera, en forma de cuchillos, serpientes, lunas, instrumentos de agricultura, etc, todos estos encantos serían hechos de la herradura de una yegua muerta.

El hecho de que el yunque era un foco de culto, fue extensamente probado por el etnólogo Cajkanovic, en tiempos previos a la segunda Guerra Mundial. De hecho, él comprendió que el día santo dedicado al yunque era el día previo a la Navidad, cuando todos los herreros quemarían el incienso alrededor de él, y colocado el vino y las velas cerca. Durante aquel día todos golpeaban sobre el yunque con sus martillos; tal vez al mismo tiempo. La verdadera razón para estos golpes es aún desconocida o fue guardada como un secreto de herreros. Según algunos cuentos, ellos rehacían la cadena con la que el Diablo era amarrado; otros dicen en cambio que hacía a los malos demonios marcharse, etc. Esto fue practicado de los Alpes a Bohemia, en los Balcanes, por todo el camino del Caucaso.