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Blogumulus by Roy Tanck and Amanda Fazani

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Uno de los incidentes más extraños relacionado con los hombres-lobo fue el de los Benadanti.

En los textos medievales se presenta a los licántropos como víctimas inocentes del destino, y muchas veces como personajes benéficos. Sólo a mediados del siglo XV se les supone un estereotipo feroz: el del licántropo devorador de rebaños y niños. Alrededor del mismo periodo cristalizó la imagen hostil de la bruja. El “Formicarius” de Nieder habla de brujos que se transforman en lobos; en los procesos de Valais (principios del siglo XV) los acusados confesaron haber adoptado la forma de lobo para atacar los rebaños…La tortura y las malas ideas de los torturadores crearon el mito agresivo. Fue en los siglos XVI y XVII cuando la figura del hombre-lobo asociado al mal acaba eclipsando la figura del chamán que se transforma voluntariamente en lobo para combatir deliberadamente a las fuerzas oscuras de la naturaleza. Se dibujan así, definitivamente, las figuras del waerul danés, el volkulaku eslavo, el warulf sueco, el lupo manaro italiano, el bisclavaret bretón, el währ-wölffe germano, el lukokantzari griego y el gerulf o loup-garou francés, tal y como los conocemos en la actualidad.
Licántropos contra brujas

Ya en el siglo V a.C. Herodoto habló de hombres capaces de transformarse periódicamente en lobos –los neuri-. Se piensa que los neuri son una población protobáltica, que habitó en la antigua Livonia. También se han hallado testimonios en África y Asia. Tambien eran lobos familias enteras de la Acadia, como los anthi, según cuenta Plinio. Su transformación duraba nueve años. Geraldo Cambrense cuenta que los habitantes de Ossory, una región de Irlanda, también se transformaban temporalmente en lobos.

En 1692 en Jürgensburg (Livonia) un anciano de ochenta años llamado Thiess, a quien sus paisanos consideraban un idolatra, confesó que era un licántropo. Confesó que tres veces al año (Santa Lucia, San Juan y Pentecostés) por la noche, los licántropos de Livonia iban al infierno “al final del mar” (más tarde se corrigió y dijo “bajo tierra”) para luchar contra los demonios y los brujos. También las mujeres combatían al lado de los licántropos, provistas de látigos de hierro, contra los brujos armados de mangos de escoba convertidas en colas de caballo. El objetivo de la batalla era la fertilidad de los campos: las brujas robaban los granos germinados, y si no se arriesgaban a quitárselos, vendría la carestía. Según el anciano, cuando los hombres-lobo mueren van al cielo, y si no fuera por su intervención, las brujas asolarían la tierra, ganados y cosechas, explicó Thiess, quien afirmaba que tanto los licántropos livonios, como los alemanes y rusos odiaban al diablo y se consideraban los "perros de Dios". Los jueces intentaron inútilmente inducir al viejo a aceptar que había hecho un pacto con el demonio. Thiess siguió repitiendo que los peores enemigos del diablo y de los brujos eran los licántropos.

Los hombres-lobo Benadanti

Un término que podría traducirse como ‘los bienhechores’), al norte de Italia. En este caso los hombres-lobo eran hombres que dejaban sus cuerpos y asumían la forma de lobos. Luego de convertirse en dichas criaturas descendían al mundo inferior para luchar contra brujas.

En la región Friuli de Italia, las tradiciones eslavas, italianas y alemanas se combinaron para dar forma al culto de los Benadanti. Muchos de los Benadanti eran seguidores de Diana.

Los Benadanti eran llamados a estas reuniones cuatro veces al año, durante los tiempos de cosecha y plantación. En estas reuniones se luchaban las principales batallas con los ‘Maldanti’ o ‘Strigoni’ (malhechores). Los Benadanti luchaban con tallos de hinojo, y los Malandanti con sorgo. Se creía que en ciertas noches el alma de los Benadanti salía de su cuerpo para participar en reuniones con otros de su clase.

Quizás el aspecto más interesante era el método por el que eran elegidos. Nadie decidía ser un Benadanti, el llamado estaba dirigido a ciertas personas en forma de un accidente de nacimiento. Se creía que los hombres y mujeres nacidos con una marca (una membrana fetal interior que cubría todo el cuerpo, en especial la cabeza) tenían misteriosos poderes curativos y podían ver brujas. Las membranas a veces eran conservadas por los Benadanti y luego las usaban como amuletos en sus cuellos.

Al igual que en otras culturas, los Benadanti decían que abandonaban sus cuerpos de noche para cambiar a una forma animal a veces y otras iban cabalgando animales. Mientras estaban afuera sanaban y protegían a la gente del pueblo, mantenían los caminos de los muertos desde su mundo hasta la siguiente parada y luchaban para proteger al pueblo de los ‘Malandanti’.

Los ‘bienhechores’ retuvieron su estampa anti-brujería hasta 1610. Poco después comenzaron a ser perseguidos por la Inquisición y fueron identificados como brujos. Ellos seguían manteniendo que eran el ejército de Cristo en la lucha contra el mal. Como resultado, las creencias locales pasaron por una profunda transformación y, para 1640, los mismos Benadanti reconocían que eran ‘brujas’.

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