Uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse. De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. Las palabras tienen mucho poder. El éxito en la vida está asegurado si uno domina el arte de elegir bien sus palabras al comunicarse.
Palabras malsonantes u ofensivas
Desde muy pequeño nos enseñan que es conveniente evitar utilizar las palabras malsonantes u ofensivas. Algo de la mala energía de estas palabras quedará con nosotros, nos ensucian … y ensucian todo lo que está alrededor de nosotros y todos nuestros actos. Nuestros abuelos acertaron mucho (metafóricamente hablando) cuando nos obligaron lavar la boca con jabón al escucharnos decir alguna palabrota.
Palabras negativas o afirmativas
Las personas que utilizan por sistema las palabras negativas en su día a día (“no”, “no puedo”, “imposible”, “quizás”, “nunca”), suelen tener problemas de superarse en la vida. Estas palabras negativas no solamente funcionan como obstáculos autolimitadores, sino que a la vez llegan a nuestros interlocutores (aunque sea de manera inconsciente) y influyen de manera negativa en sus decisiones hacia nosotros. Todo cambia completamente al pronunciar palabras afirmativas. Un buen vendedor sabe esto muy bien. Le entrenan para evitar las palabras negativas.
El Secreto de las palabras positivas
Las palabras positivas pueden hacernos sentir bien e inspirarnos. Palabras como “me gusta”, “que bien”, “agradezco mucho”, “te amo”, “muchas gracias”, “excelente”, “si quiero”, “¡adelante!”" … son alimento para la mente. Despiertan algo en nosotros que hace que conseguimos realizar con más facilidad nuestros deseos y propósitos. Los grandes gurúes del autodesarrollo utilizan palabras positivas para inspirar y para motivar a gente para que alcanzen sus metas. La Programación Neuro-Lingüística (PNL) es el estudio de cómo el lenguaje afecta nuestro sistema nervioso. Mediante las palabras podemos dirigir el propio cerebro de manera óptima para lograr los resultados que uno desea.
A continuación les presento un cuento que nos enseña de forma clara como al elegir las palabras correctamente se consiguen óptimos resultados:
Un Sultán soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó llamar a un sabio para que interpretase su sueño.
El sabio dijo:
- ¡Qué desgracia, Mi Señor!
- Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de vuestra Majestad
.. y el sultán gritó enfurecido:
- ¡Qué insolencia!
- ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa?
- ¡Fuera de aquí! ¡Que le den cien latigazos!
Más tarde el sultán ordenó que le trajesen a otro sabio para aconsejarle sobre lo que había soñado. Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:
- ¡Excelso Señor!
- Gran felicidad os ha sido reservada.
- El sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros parientes.
Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro al sabio.
Cuando éste salía del palacio, uno de los cortesanos le dijo sorprendido:
- ¡No es posible!
- La interpretación que has hecho del sueño es la misma que el primer sabio.
- No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.
El segundo sabio respondió:
- Amigo mío, todo depende de la forma en que se dice.
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