El trébol de cuatro hojas siempre se ha considerado el amuleto de la buena suerte por excelencia, además de ser un valioso talismán protector. Tiene que ser encontrado por la persona que lo posee. Hoy en día se comercializan, pero carecen de valor si no son naturales. Como joyas pueden ser ritualizados. Anuncian buenas noticias a quien los encuentran. ¿Quién no ha tratado de encontrar en sus paseos por el campo un trébol de cuatro hojas para ver cumplidos sus deseos? y quien, de encontrarlo no se ha sentido afortunado como si hubiera encontrado un tesoro fabuloso? El trébol es una planta de hojas redondeadas, pecioladas de tres en tres. El trébol de cuatro hojas, una caprichosa forma de la naturaleza.
Los celtas consideraban el trébol de cuatro hojas una planta sagrada, que podía proporcionar vitalidad y fuerza. En la Edad Media, se solía utilizar el trébol de cuatro hojas para protegerse de los demonios y los malos espíritus. En otras épocas se solía regalar imágenes con la planta deseando salud, riqueza, amor y fama, cuatro deseos por cada una de las hojas del trébol. Desde el primer tercio del S. XX, el trébol de cuatro hojas es la planta nacional irlandesa. Si alguna vez tenemos la fortuna de encontrar un trébol de cuatro hojas, lo mejor es guardarlo entre las páginas de un libro, de esta forma aseguramos que la suerte nos acompañará a lo largo de toda la vida. Si no encontramos un trébol natural, una manera de asegurarse los beneficios de este poderoso talismán, es llevar consigo un trébol de cuatro hojas en forma de joya, collar, pulsera etc.
Tradicionalmente, el trébol de cuatro hojas es una planta que cumple dos propósitos principales: es el protector de los amores y además símbolo de riqueza y prosperidad.
Algo de historia:
Se han encontrado figuras humanas talladas con emblemas de trébol, en piezas pertenecientes a una civilización que se desarrolló hace 5.000 años en India. Otra cultura que utilizó con fines mágicos esta planta de cuatro lóbulos, fue la egipcia. Habían consagrado este raro ejemplar a Isis, su divinidad bienhechora.
Los novios se lo ofrecían a su amada, para preservar el cariño, mientras que las madres lo colgaban al cuello de sus hijos como escudo mágico contra las adversidades de la vida. Incluso, llegaba a colocarse en los sarcófagos, para ayudar al alma en su incierto tránsito por el más allá.
Durante el siglo XVII se extendió la costumbre de diseminar tréboles de cuatro hojas delante de las novias para protegerlas, pues espantaba los hechos malévolos, permitiendo que tanto los novios como los invitados disfrutasen tranquilos en ese día tan especial.
Existe también una creencia popular que afirma que si lo encuentra una muchacha joven se casará pronto y muy enamorada. Los ocultistas afirmaban que el trébol de cuatro hojas, les permitía ver a las fuerzas hostiles y de esta manera escaparse.
Los cristianos, por su parte, veían en él el símbolo de la cruz. Quizá, de la curiosa propiedad meteorológica de sus hojas, que se yerguen para anunciar las tormentas, unida a sus virtudes estimulantes, antiinflamatorias y coagulantes, nacieran las primeras consideraciones mágicas del trébol.
La facilidad con que crece contribuyó también a configurarlo como símbolo de riqueza y prosperidad. Por ello, en la antigua Roma, la estación de las cosechas, el verano, se representaba mediante la imagen de un trébol.
Varios de los beneficios mágicos que se le atribuyen al trébol de la suerte, se derivan de sus cuatro hojas. Era tal el culto que recibió este número en la antigüedad, que en la mayor parte de las culturas, le reservaban para designar a Dios, por lo que las letras de su nombre eran cuatro, al igual que los Evangelistas, los puntos cardinales, las estaciones del año, los elementos de la naturaleza, o las fases de la Luna.
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