La
palabra japonesa zen significa meditación.
Define
una de las escuelas del Budismo del Japón que privilegia la práctica de la
meditación sentada que se remonta a la experiencia del Buda Shakyamuni el que,
hace dos mil quinientos años, realizó el despertar. Esta práctica contiene la
esencia de su enseñanza, cuyo mensaje tiene una dimensión universal.
El
zen consiste esencialmente en la práctica de zazen.
El
zen no se basa en ningún dogma ni en ninguna ideología. El simple conocimiento
de los textos no es suficiente para comprender el zen. El zen propone una
práctica-realización experimental, zazen, que abre un acceso directo al
conocimiento íntimo de uno mismo.
Esta práctica nos ha sido transmitida por
generaciones de maestros, de maestro a discípulo, de persona a persona.
El
monje indio Bodhidharma llevó la práctica de la meditación zen a China en el siglo quinto de nuestra
era. En el siglo 13, el zen llegó a Japón introducido por Eihei Dogen. Taisen
Deshimaru fue a Francia en 1967 y llevó la práctica del zen como le había
pedido su maestro Kodo Sawaki al final de su vida. Puso su fuerza y energía en
esta práctica. El zen marca con su huella todos los momentos de la vida. Así
zazen es el aprendizaje de una sabiduría que se expresa en cada instante:
respirando, andando, durmiendo, comiendo, trabajando, pensando, viviendo en
armonía con los otros y con el entorno.
Si
verdaderamente deseáis realizar lo que es el zen, ¡apagad vuestro ordenador!
Coged
un cojín de 20 a 30 cm. de alto, colocadlo a un metro de la pared de vuestra habitación
y sentaros sobre él cara a la pared.
Cruzad
las piernas delante de vosotros de forma que las rodillas se apoyen en el
suelo, lo mejor es colocar el pie derecho sobre el muslo izquierdo, el pie
izquierdo contra el cojín. También podéis colocar el pie izquierdo sobre el
muslo derecho. Poned después vuestra mano izquierda sobre vuestra mano derecha,
las palmas hacia arriba, la punta de los dedos se unen formando con los índices
un hermoso óvalo. Los pulgares están horizontales, el canto de las manos está
colocado contra el bajo vientre. A partir de aquí enderezad la columna
vertebral y estirad la nuca como si quisierais empujar el cielo con la cabeza.
Recoged la barbilla. La nariz debe estar en la vertical del ombligo, las orejas
en la vertical de los hombros y la mirada
posada a un metro delante de vosotros en el suelo.
A
continuación cuando estéis bien establecidos en vuestra postura poned atención
a la respiración. Observad la inspiración cuando se produce. Estad atentos a la
sensación del aire que pasa por las narinas. Sin hacer retenciones, comenzad a
espirar lentamente dejando que la espiración vaya hasta el final.
Permaneced
tranquilamente sentados sin pensar en nada especial. No busquéis hacer el vacío
en vuestra mente. Dejad pasar los pensamientos tras haber tomado consciencia un
instante y volved la atención a la postura del cuerpo y a la respiración. Así
vuestra mente perfectamente consciente de lo que pasa, no se estanca en nada y
está disponible para acoger la novedad de cada instante sin dejarse llevar por
ella. Es lo que el maestro Dogen llamaba hishiryo: dejar los pensamientos
surgir del no pensamiento y volver a él.
La
esencia del Zen está ahí en esta práctica shikantaza en la que nos concentramos
en el hecho de estar sentados y respirar con un espíritu mushotoku, sin deseo
de provecho, sin fin, sin elección ni rechazo. Esta práctica que acabáis de
experimentar es zazen
Vivir
una vida no separada de los otros ni del universo.
En
el zen, el ideal y la realidad no están separados. Son como la cara y el envés
de una hoja de papel. El ideal se realiza en la vida cotidiana. El zen no
recomienda retirarse del mundo, sino al contrario practicar con los otros y
estar activo en el mundo del trabajo. En el trabajo, el espíritu de zazen, es el
amor al trabajo bien hecho, a la concentración aquí y ahora para cumplir lo
mejor posible la tarea, sin egoísmo, el resultado viene dado por añadidura.
Así, el samu, el trabajo manual se efectúa en los dojos y templos zen
respetando el entorno como un servicio dado a la comunidad.
La
vida cotidiana es la Vía de Buda. El zen no es un moralismo. No es ni moral ni
amoral. La práctica de zazen permite encontrar en uno mismo, despertándose a la
realidad de mujo, la impermanencia y la interdependencia de todo, la fuente de
los preceptos. Por ejemplo no matar, no significa solamente quitar la vida a
alguien, lo que sería como matarse a uno mismo, sino también continuar la vida
de Buda, continuar practicando zazen. No robar, no es tomar lo que no os
pertenece, pues nada nos pertenece definitivamente, llegamos desnudos a esta
tierra y no podemos llevar nada a
nuestra tumba. Durante zazen el espíritu y los objetos son uno. No hay nada que
conseguir, nada que robar, tampoco nada que rechazar. No mentir, es verse tal
como uno es, sin ilusionarse y sin ilusionar
a los otros. No codiciar, es tener pocos deseos, el objeto del deseo se
escapa sin cesar.
La
percepción de nuestra solidaridad con el universo es la fuente espiritual de
una verdadera ecología. La práctica de zazen reduce el estado de frustración y
de agresividad, que son causas de violencia , libera de la ilusión del ego. El
espíritu de compasión aumenta. El bodhisattva, que practica zazen comprende el
sufrimiento de todos los seres sensibles. Evita crear sufrimiento y ayuda a
resolverlo.
Os dejo un vídeo, espero que os guste. Os recuerdo que debéis parar la música que suena de fondo en el blog, podéis hacerlo a la derecha de blog en MI RINCON RADIO.
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