Nace
Pitágoras en el año 580 a.C., en Grecia, en la isla de Samos. De muy joven es
atraído por la religión olímpica, en especial por el culto de Apolo. Pero ni
Homero con sus sagas, ni los rituales de su religión, calman su sed de
conocimientos.
Buscando
la sabiduría se interna en Asia Menor, visitando a Ferécides, uno de los 7 sabios de la antigüedad de quien recibe grandes conocimientos. Conoce a Orfeo y
a través de los ritos iniciáticos de Deméter y Dionisios, atisba una nueva
dimensión, que con gran intensidad lo conduce hasta lo Divino.
Continúa
en su búsqueda por Babilonia, en donde conoce la Astronomía; en Persia conocerá
la doctrina de Ahura Mazda; en el país asoleado de Kem (Egipto), con los
sacerdotes de Sais y de Heliópolis, asimila conocimientos esotéricos y matemáticos,
y a la vez, profundiza en gran manera en la Geometría, aumentando así, su
conocimiento y comprensión sobre la estructura de lo divinal; y en la India
estudia la doctrina de la transmigración de las almas, a la que él llamó:
Metempsicosis.
Habla
sobre el Kharma y declara en forma coherente la inmortalidad del Alma: "El Hombre lleva en su interior una
parte de energía primordial y divina que sobrevive a la muerte del cuerpo en el
mundo astral, para que de acuerdo con el comportamiento ético de su vida
anterior, vuelva a reencarnarse en otro cuerpo y vivir otra existencia, y así
sucesivamente hasta el retorno final a lo Divino". Este pensamiento
revoluciona al Paganismo e influye al Cristianismo Primitivo.
La
Psiche (psique), según Pitágoras "es
el intermediario entre dos mundos: entre lo Material y lo Espiritual. La
Energía Vital que anida y habita en la materia".
Defiende
la existencia de elementales y genios, de divinidades intermedias como los dioses
Olímpicos, así como una divinidad superior como principio y fin de todas las
cosas...
Esta
concepción filosófica de la naturaleza y de la divinidad, del hombre y del cosmos,
eran siempre presentadas desde el punto de vista de las matemáticas, porque
para Pitágoras, todo era formulable con una ecuación.
La
numerología es uno de los instrumentos más antiguos del ser humano para
intentar explicar los sucesos que acontecen en su entorno. Desde la antigua
Mesopotamia hasta la actualidad, siempre se han asociado los números con
significados e interpretaciones que trataban de explicar el funcionamiento del
universo. Un ejemplo lo tenemos en el I-ching y sus 64 hexagramas, basados en
un código binario de líneas enteras/partidas que encierran tras de si un sinfín
de mensajes y claves sobre el mundo que nos rodea. En la Cábala o la biblia
también podemos encontrar numerosos símbolos numéricos (por ejemplo, el árbol
de la vida con sus 10 sefirot y sus 22 senderos).
Existen
distintas escuelas numerológicas, pero la más extendida y de la que hablaré
ahora es la de Pitágoras (nacido aproximadamente en el año 570 a.c. en la Isla
de Samos), que aúna distintas disciplinas como la astronomía, filosofía o las
matemáticas, en torno a los números.
La
numerología de Pitágoras se basa en la Tetraktys, o pirámide sagrada que
representa el número 10 y la interrelación de los cuatro primeros números, como
suma de todas las cosas:
El
significado de estos 4 números es:
La Unidad: Lo Divino, el ser no
manifestado, el origen de todas las cosas. El padre creador, lo masculino.
La Díada: La dualidad positiva y
negativa, el bien y el mal. Origen de la pareja masculino-femenino. Dualismo
interno de todos los seres.
La Tríada: Los tres niveles del mundo:
celeste, terrestre e infernal. El hijo nacido del padre y la madre (la consecuencia).
El triángulo, el logos.
El Cuaternario: los cuatro elementos,
tierra, aire, fuego y agua, y con ellos la multiplicidad del universo material.
La manifestación terrenal.
La
suma de los 4 números da 10, la Década, que representa la totalidad del universo.
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