El
cáliz es una copa, de cristal o de metal que en los rituales contiene agua para
la purificación del círculo o puede contener el líquido que se necesite en el
ritual. El la religión cristiana el cáliz contiene vino, en representación de
la sangre de Cristo. En magia representa el lado femenino de los espíritus y se
asocia con el elemento agua.
Es
la matriz. El origen y el centro de la vida. Es el renacer y contiene la
esencia de lo eterno, de lo imperecedero. Se utiliza para evocar -cruzando su
centro con una daga de empuñadura blanca–a los genios que residen en el agua, a
los Elementales de los que dependen todas las emociones y todos los
sentimientos.
Puedes
volver a tener lo que perdiste, los sueños que olvidaste, si una meiga te da a
beber agua de una fuente al pie de un molino en su cáliz. Beber del cáliz es
parte de una iniciación.
Simboliza
arquetípicamente el útero de la Gran Madre del que hemos nacido todos y al que
debemos regresar para esperar nuestro renacimiento. Excavaciones arqueológicas
en la India, han hallado evidencias de que estos cálices ya eran usados en
cultos a la Diosa que datan del 7000 a. de C.
En
las leyendas del ciclo artúrico se puede leer como el rey Arturo y sus
caballeros partieron en busca del santo Grial, el cáliz utilizado por Jesús
durante la Ultima Cena (que era, en realidad, el seder o comida ceremonial que
celebraba la pascua Judía). El cáliz ha sido una de las muchas
herramientas-imágenes-ritos del paganismo adoptados por la religión cristiana
en la época en que los Padres de la Iglesia no lograron erradicar su uso entre
la gente del pueblo. El Grial todavía es considerado un símbolo de la Diosa, y
la obsesión por encontrarlo puede proceder de una antigua creencia celta según
la cual un rey necesita una reina, una representante de la Madre Tierra, para
legitimar su función.
En
muchas tradiciones celtas, se han utilizado calderos como sustitutos o
complementos de los cálices, con idéntico simbolismo.
La
elección del cáliz apropiado es una tarea delicada en la que podemos usar una copa de
cristal, aunque lo tradicional es utilizar una de metal: oro, bronce, plata o
alpaca. Hay que tener mucho cuidado al elegirlo y preferir los que estén
revestidos internamente con vidrio, plata o acero inoxidable, ya que, de los
metales como el cobre y el bronce, se despiden sustancias tóxicas en contacto
con el vino. También, hay que tener en cuenta que sea de tamaño mediano, para
facilitar su manipulación. No es necesario un cáliz ornamentado; es
perfectamente válido que usemos una de las copas de cristal de la abuela
siempre que la consagremos.
Algunos
magos prefieren tener un copón dorado para las celebraciones solares y uno de
plata, para las lunares.
Respecto
de los cuidados, se deberá limpiar con agua y jabón neutro (no detergente)
luego de usado, así como secarlo con un paño suave y limpio, que puede tener
las iniciales del mago.
Este
paño, si no está húmedo, se dobla planchado formando un triángulo y se deja
tapando la boca del cáliz, que quedará a un costado del altar o guardado con
las demás herramientas.
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