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Telde, es un municipio situado en la isla de Gran Canaria. Éste, desde siglos, se ha conocido como "la ciudad de las brujas", ya que hay muchas leyendas e historias, que dan cabida a este nombre popular.

Entre tanta leyenda e historia se decía, que las mujeres de Telde usaban ritos para enamorar a los hombres y para que se casaran con ellas. Entre otras tantas, se decía que era el punto de reunión de todas ellas, donde se formaban los famosos aquelarres.

Historias más conocidas en la ciudad:

La más antigua de ella, nos lleva a una calurosa noche del año 1802, cuando un terrible suceso hizo que sus moradores y toda la ciudad de Telde se transformaran en piedra por la maldición de una bruja poseída por el diablo.

Todo comenzó con una jornada de felicidad, no en vano una joven pareja de prometidos celebraba su banquete nupcial y el ambiente no podía ser más festivo y alegre en la víspera de San Juan, en la noche más corta del año. Pero nadie esperaba que a una de las tres brujas del pueblo, la Bruja Blanca, poseída por El Maligno, le diera por aguarles la fiesta. Las otras dos, la Bruja Roja y la Bruja Negra, lucharon para mantener la paz, pero la Blanca lanzó una terrible maldición: "que quede la ciudad y sus habitantes petrificados".

Todo estaba perdido, pero gracias a una niña ciega, vestida de blanco, símbolo del espíritu puro, que logró con sus rogativas que San Juan, el Santo Patrón, interviniera y anulara la maldición. Todos, al recuperar su figura, hicieron una hoguera en el barranco Real para pedir sus deseos y agradecer la acción de San Juan.

Otra de las historias, nos cuenta hace alrededor de 70 años, un vendedor de carbón iba por la plaza vendiendo carbón y una anciana le pidió un kilo. El vendedor se lo puso y a la hora de pagar le advirtió de que el precio había subido, la anciana se enfadó un poco y le dijo: "Esto es un abuso, deberías de estar una semana sin poder llegar a tu casa".

El vendedor le dijo que eso era lo que había y que si le parecía un abuso no se lo comprara y punto. Después de eso el vendedor siguió con su ronda. Cuando fue a volver a su casa, se dio cuenta de que estaba perdido, había entrado sin darse cuenta en una especie de callejón donde todas las paredes eran blancas. El vendedor intentó encontrar la salida pero mientras más la buscaba más perdido se sentía, era como si estuviese atrapado en un laberinto.

Cuando llegó a su casa ya era muy tarde, estaba empezando a amanecer. Entró en su casa, y su mujer al verle empezó a llorar y le abrazó. El vendedor no se podía creer lo que le había pasado, llevaba una semana desaparecido, explicó que se había perdido en unos callejones blancos que él nunca había visto, que en ese sitio no había nadie, sólo él,... pero no podía explicar cómo había estado una semana fuera, ya que para él sólo habían pasado unas horas, entonces, recordó las palabras de la anciana...

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