Como
sucede con los humanos, hay habitantes acuáticos de todas formas y tamaños;
algunos son amables, otros malignos, algunos son bellos y otros espantosos. De
hecho, por lo visto su único rasgo común es que tienen forma humana de cintura
para arriva y cola de pez de cintura para abajo. Los primeros habitantes de las
aguas fueron dioses y diosas de las antiguas civilizaciones.
La
conocida imagen de la sirena bella y de larga melena tiene su origen en la Edad
Media. Se la describe generalmente sentada sobre una roca, cantando una dulce
melodía irresistible, mientras se peina y se contempla en un espejo. Diversas
teorías han intentado explicar la obsesión de las sirenas por el acicalamiento.
Algunos creen que es porque un artista desconocido, al copiar una imagen
desgastada por los años, cometió algunos errores, y todos los artistas
posteriores los repitieron. Según esta teoría, el "peine" podría
haber sido en realidad un plectro (una púa usada para tañer un instrumento de
cuerda), mientras que el "espejo" habría sido el instrumento,
posiblemente una lira. Otra explicación es que el espejo y el peine simbolizan
la vanidad y la belleza femeninas, rasgos que se creía que llevaban a los
hombres a la perdición.
A
pesar de su agradable apariencia, la sirena era a menudo presentada como una
hechicera que arrastraba a los marineros hacia la muerte con su belleza y su
música, y que retenía prisioneras bajo las ola las almas de sus víctimas. Las
sirenas más malignas llegaban incluso a comerse a sus presas humanas. Ver una
sirena se consideraba un terrible augurio. Su presencia anunciaba tormenta,
naufragio y ahogamiento. Y además de causar desastres naturales, una sirena que
se sintiera ofendida, herida o fuera rechazada, podía volver loco al
responsable; ahogarlo o arrasar a su familia, su casa y su pueblo entero.
Por
suerte, no todas las sirenas se comportaban de manera tan perversa. Se creía
que algunas poseían vastos conocimientos sobre medicina y que era posible
convencerlas de que los usaran para curar a los humanos. Sus habilidades
sobrenaturales les permitían predecir tormentas, ver el futuro, conceder deseos
y sacar a la superficie tesoros hundidos. A causa de estos poderes, las sirenas
de las fábulas eran capturadas por los humanos, y obligadas a conceder deseos y
a compartir sus conocimientos. Atrapar a una sirena no era tan difícil como
puede parecer. Sólo había que robar una de sus pertenencias: el peine o el
espejo, otal vez el cinturón o el gorro que algunas veces llevaban. Una vez
capturada, una sirena no podía escapar a menos que recobrase el objeto que le
habían robado.
La
sirenas también eran codiciadas por hombres que deseaban casarse con estas
bellas y encantadoras mujeres. Convenientemente, se decía que las sirenas
deseaban maridos humanos no sólo por amor, sino para conseguir un alma, algo de
lo que carecían todos los habitantes de las aguas. Si las sirenas podían
obtener o no la eterna salvación mediante esos "matrimonios mixtos"
fue una cuestión que la Iglesia medieval debatió. De todas formas, según la
leyenda, los hijos de tales matrimonios podían ser identificados porque tenían
las manos y los pies palmeados, pero por lo demás, eran indistinguibles de los
niños humanos.
También
hay historias de matrimonios entre tritones y mujeres humanas, pero son menos
frecuentes, seguramente porque, a diferencia de sus compañeras femeninas, los
tritones son famosos por su fealdad. Algunas culturas describen grandes
diferencias entre los tritones y las sirenas y aseguran que éstos odian a los
humanos, no desean tener alma, son maridos brutales e incluso que llegan a
comerse a sus propios hijos.
Os dejo un vídeo que científicamente puede hacer cambiar vuestra opinión sobre tan hermosas criaturas. Espero que os guste y que tengáis un feliz día...
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