La
escopolamina, también conocida como burundanga, es un alcaloide tropánico que
se encuentra como metabolito secundario de plantas en la familia de las
solanáceas como el beleño blanco (Hyoscyamus albus), la burladora o borrachero
(Datura stramonium y otras especies), la mandrágora (Mandragora autumnalis), la
escopolia (Scopolia carniolica), la brugmansia (Brugmansia candida) y otras
plantas de los mismos géneros. Es una sustancia afín a la atropina que se
encuentra en la belladona (Atropa belladonna). La escopolamina es una droga
altamente tóxica y debe ser usada en dosis minúsculas, como por ejemplo, en el
tratamiento de la cinetosis (mareos vehiculares), se usan dosis trasdérmicas
que no superan los 330 µg cada día. Una sobredosis por escopolamina puede
causar delirio, y otras psicosis, parálisis, estupor y la muerte.
Hay un oscuro anillo en el mundo de las
plantas psicoactivas, el anillo de tropano. En este anillo se entrelazan
químicamente plantas usadas por los brujos de Europa como la belladonna y la
mandrágora y por los brujos de América como la datura y la brugmansia, que
contienen el alcaloide escopolamina. Estas plantas han sido tradicionalmente
usadas en la brujería, especialmente, como describe Castaneda, en la
preparación del cuerpo (o el doble) para el vuelo. Sin embargo, actualmente,
una de estas plantas que contiene escopolamina es usada en el underground
criminal, principalmente en Sudamérica, para robar la voluntad de las personas
y luego robarlas o violarlas. La droga que se produce con esta planta es
conocida como la burundanga.
El neurocientífico británico Vaughan Bell,
autor del blog Mind Hacks, ha investigado el uso de esta droga durante su
residencia en Medellín, encontrando que la brugmansia -y en menor medida otras
plantas con escopolamina- podría ser la primera droga que se sabe es capaz de
robar la voluntad de una persona y someterla a control mental.
Existen numerosos reportes en Ecuador,
Venezuela y Colombia sobre personas que se despiertan después de haber sido
robadas o asaltadas sexualmente sin recordar qué es lo que les sucedió, y que
luego se descubre que habían sido dosificados con burundanga (conocida en
Colombia como “la borrachera” y que se diferencia de la datura en que sus
flores son caídas y pendulares).
Un reciente estudio en Bogotá, mostró que
el 70% de los pacientes que habían sido admitidos por intoxicación de
burundanga habían sido robados y el 3% habían sido violados.
Vaughan Bell dice que los reportes señalan
que “la droga remueve el libre albedrío, convirtiendo efectivamente a sus
víctimas en títeres humanos. Aunque no es bien entendido por la neurociencia,
el libre albedrío es visto como una habilidad neurológica altamente compleja y
una de las características humanas más apreciadas. Claramente, si esta droga
puede eliminar la voluntad, pone el dedo en la llaga de una patente
vulnerabilidad en la médula de nuestra especie” (lo que nos hace preguntarnos
si no hay una especie de burundanga cósmica imperceptible que pueda ser
administrada por una raza extraterrestre).
La ciencia médica aún no ha establecido
del todo cómo, si es que lo hace, la droga afecta nuestra autonomía. Renate
Thienel, de la Universidad de Newcastle en Australia, ha notado que la
escopolamina tiene efectos selectivos en la memoria, dejando otras funciones
intactas, tales como la planeación y el manejo de información. Esto sugiere que
las víctimas pueden permanecer cognitivamente hábiles y a la vez sin poder
retener información.
La clave podría estar en que la
escopolamina bloquea la acetilcolina, el neurotransmisor esencial para la memoria
y parece afectar la amígdala, la zona del cerebro responsable de
controlar la agresión y la ansiedad. La evidencia de campo sugiere que las
víctimas yacen en un estado pasivo y confuso sin poder resistirse a las órdenes
de su asaltante.
La revista Vice hizo un documental en el 2008, Colombian Devil’s Breath,
sobre los efectos de esta planta en Colombia. Uno de los reporteros de Vice nos
dice que la brugmansia, también conocida como “trompeta del diablo” es “el peor
‘roofie’ que puedas imaginar” (haciendo referencia a las drogas usadas en una
cita para violar a otra persona”, y añade que “Estás a disposición de
sugerencias como ‘llévame a tu ATM’ o ‘hey, ven comigo al hotel, mientras que
permaneces completamente consciente y articulado”.
El peligro de esta planta es que pueda
extraerse y dosificarse como un preparado incoloro e inoloro, haciendo que la
sabiduría esotérica de siglos sea recanalizada por el crimen organizado o
simplemente por personas que buscan someter a otras, como es el caso del uso
popular del toloache –datura- en México para supuestamente hacer que una
persona se enamore de otra (aunque esto borra la frontera entre el
enamoramiento y la esclavitud). Curiosamente en el libro “Los Brujos del Poder”
se dice que el presidente de México, Vicente Fox, recibió toloache de su esposa
Marta Sahagún, lo cual de ser cierto debió de haber sido administrado en dosis
controlada con la precisión de una bruja para que no produciera episodios
delirantes de desmemoria demasiado conspicuos.
En México las plantas que contienen
escopolamina son conocidas como “la yerba del diablo” o el “águila de la
oscuridad”, reflejos del respeto que la tradición esotérica de ese país le
tiene a esta sustancia.
El programa de control mental de la CIA,
MKULTRA, exploró el uso de la escopolamina como “suero de la verdad” y la
policía secreta de Checoslovaquia utilizó en varias ocasiones esta sustancia
para obtener confesiones.
Sobra decir que el uso y el descubrimiento
de esta planta por criminales es sumamente peligroso.
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