Según
la tradición cristiana, habría nacido en Nicomedia, cerca del mar
de Mármara, hija de un rey sátrapa de nombre Dióscoro, quien la
encerró en una torre. El motivo del encierro pudo haber sido para evitar que
los hombres admiraran su belleza y la sedujeran, o para evitar
el proselitismo cristiano. Durante una ausencia de su padre, Bárbara
se convirtió al cristianismo, y mandó construir tres ventanas en su torre,
simbolizando la Santísima Trinidad. Su padre se enteró del significado del
simbolismo de estas ventanas y se enfadó, queriendo matarla. Por eso, Bárbara
huyó y se refugió en una peña milagrosamente abierta para ella. Atrapada pese
al milagro, se enfrenta a su destino.
Su
martirio fue el mismo que el de San Vicente Mártir: habría sido atada a
un potro, flagelada, desgarrada con rastrillos de hierro, colocada en un
lecho de trozos de cerámica cortantes y quemada con hierros al fuego.
"Durante
el reinado de Maximiano en la ciudad de Nicomedia (actualmente Izmit, Turquía)
había un hombre muy rico llamado Dióscoro, quien era pagano, supersticioso y
estaba abocado a seguir la errónea costumbre local de adorar dioses irreales.
Dicho personaje tenía una hija muy hermosa llamada Bárbara, a la cual celaba
sin motivo alguno. Para evitar que Bárbara tuviera contacto con la gente,
Dióscoro hizo construir una torre muy alta y allí encerró a su hija hasta que
decidió entregarla en matrimonio a uno de los príncipes que la pretendían
atraídos por el misterio que rodeaba su encierro.
Ante
la situación el padre de Bárbara un día se dirigió a ella y le dijo: "Hija
mía, los príncipes de comarcar lejanas y cercanas han llegado hasta aquí para
pedir tu mano, por ello te ruego que me digas que quieres hacer ante esta
situación".
Al
escuchar a su padre Bárbara sintiéndose ofendida le contestó:
"Padre
mío, mi decisión es no casarme, pues nunca he pensado en ello, así que te ruego
que no me obligues a hacerlo".
Realmente
hablaba en serio, ella vivía pensando en llevar una vida perfecta sumida en la
búsqueda del verdadero y único Dios, por lo tanto pensaba que si accedía a las
proposiciones de los príncipes se alejaría de su meta: el acercamiento al ser
supremo.
Esto
decepcionó tanto a Dióscoro que fue a vivir a un país lejano por un tiempo.
Bárbara ante la ausencia de su padre aprovechó para colocar una cruz en el baño
y añadió una ventana más a las dos que ya tenía la torre para así simbolizar a
la Santísima Trinidad. Luego de esto Bárbara fue bautizada y siguiendo una de
las costumbres místicas de San Juan Bautista sólo comía miel y langostas.
Luego
del bautizo de Bárbara, dicho baño, que estaba formado por una serie de
piscinas, quedó consagrado y se sabe que allí los ciegos de nacimiento
recobraban la vista. En ese momento ya Bárbara estaba fortalecida por su fe, lo
cual la ayudó a vencer al demonio y esto lo demostró cuando reaccionó ante los
ídolos paganos de su padre escupiéndolos y diciéndoles: "Todos aquellos a
los que vosotros habéis inducido en error y creen en vosotros serán como
vosotros". Luego de esto se retiro a orar y a venerar a Dios en la torre y
en ese momento fue consagrada por el espíritu santo y adquirió la gloria
espiritual que poseen todos los santos.
En
el año 235 D.C., su padre regresó del viaje y ya había culminado la
reestructuración de la torre y éste le preguntó a los obreros: "¿Por qué
habéis hecho tres ventanas?, y ellos sorprendidos contestaron: "Porque su
hija nos lo ordenó". Ante esto Dióscoro mandó a llamar a Bárbara para
definitivamente conseguir una respuesta al dilema que se le había presentado
con las tres ventanas. Cuando su hija se presentó le hizo la misma pregunta y
la respuesta fue la siguiente: "Mandé a hacer una ventana más para que
fueran tres, porque tres ventanas dan luz a todo el mundo y a todas las
criaturas, en tanto que dos ensombrecen el Universo". Entonces se dirigió
con ella a los baños y le preguntó, con gran ánimo de que le aclarara la
situación, por qué una tercera ventana si con las dos que habían llegaba
suficiente luz al lugar, y Bárbara respondió:
"Esas
tres ventanas representan claramente al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, los
cuales son tres personas en un solo Dios, en el que debemos creer y al único que
debemos adorar".
Ante
tal respuestas la reacción de Dióscoro fue violenta, tanto así que saco su
espada para matar a su hija allí mismo, pero la ya consagrada virgen comenzó a
orar y milagrosamente levitó por los aires gracias a la protección divina y llegó
volando a una lejana roca inmersa en las montañas. Testigos de esto fueron dos
pastores que la vieron volar y a su padre persiguiéndola preso de la ira. Al
llegar a las montañas Dióscoro la tomo por los cabellos y decidió llevarla para
ser juzgada y limpiar su propio nombre ante la gente de la ciudad. Bárbara fue
apresada y enjuiciada, en ese momento dándole una nueva oportunidad de que
recapacitara ante su creencia de la existencia de un solo Dios, el juez le
dijo: "Así pues, elige entre sacrificar a los dioses y salvar tu vida, o
morir cruelmente torturada", y Santa Bárbara respondió:
"Me
ofrezco en sacrificio a mi Dios, Jesucristo, creador del cielo, de la tierra y
de todas las cosas".
Esa
fue su sentencia, después de ser apaleada y torturada durante días, la santa
tuvo la visión del señor Jesucristo en la prisión. Pasaron los días y como
Bárbara mantenía su posición ante el castigo, el juez decidió que fuese
decapitada por la espada. En ese momento Dióscoro segado por la obsesión de
limpiar su nombre arrebató a Bárbara de las manos del juez y la llevó a la
cumbre de una montaña junto a otra mártir llamada Juliana. En el camino Santa
Bárbara se alegró porque sentía que se aproximaba el premio a su devoción por
Dios y mientras su padre la arrastraba hacia la montaña hizo la siguiente
oración:
"Señor
Jesucristo, Creador del Cielo y de la Tierra, te ruego que me concedas tu
gracia y escuches mi oración por todos aquellos que recuerdan tu nombre y mi
martirio. Te suplico que olvides sus pecados, pues tú conoces nuestra
fragilidad", en ese momento escuchó que desde el cielo provenía una voz
que le decía:
"Ven
Bárbara, esposa mía, ven a descansar en la morada de mi padre, que está en los
cielos, yo te concedo lo que acabas de pedirme".
Después
de esto fue decapitada por la mano de Dióscoro, su propio padre, junto a
Juliana, recibiendo las dos en ese momento la corona del martirio. Luego de
haber finalizado el horrendo crimen Dióscoro comenzó a bajar de la montaña y en
el camino fue fulminado por un rayo que descendió de los cielos, cual fuego
celestial.
Santa
Bárbara fue sepultada junto a Santa Juliana por un noble de nombre Valentino en
un pequeño pueblo donde posteriormente ocurrieron muchos milagros".
Oración
popular:
«Santa
Bárbara, virgen bendita, grandiosa de inmenso poder, Dios te acompañe, y tú a mí
por el camino del bien. Con tu espada vencedora líbrame del mal, de la
injusticia, de la envidia y de los malos ojos. Con el poder del rayo protégeme
de mis enemigos, glorifica la boca de fuego de mi cañón y permite que salga
victorioso. Con el cáliz de tu copa y el vino mantén la fuerza de mi cuerpo y
espíritu para la dura lucha y el combate. A mis manzanas y margaritas recíbelas
como ofrenda de que te tengo siempre presente en mi pensamiento y en mi hogar,
y te ruego no me abandones nunca y acudas a mi cada vez que te reclame para
defender mi fe, mi tierra, mi familia y mis luchas; y que al final me lleves
siempre a la gloria como tú. Amén.»
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