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El Sol siempre se ha tenido por un símbolo masculino, la representación del Dios o casi todos los dioses jefes, sin embargo en algunas culturas, es una entidad femenina y representa a la Madre Diosa.

Las culturas antiguas europeas distinguen como dios el Sol y como diosa la Luna. El Sol es sinónimo de claridad, poder, fuerza, derrama su luz y calor sobre la tierra y la fecunda para que crezcan los frutos.

A nivel planetario, el sol es fuente de luz y calor, que son dos elementos esenciales para el desarrollo de los seres vivos.

Su lento recorrido por el cielo ha marcado el tiempo de las jornadas y su lentitud vertical a mediodía simbolizó siempre la fuerza vital y el poder invencible.

Durante todo el día, el sol emite vibraciones de altísima intensidad, cargadas de fuerza y poderío, que potencian los hechizos cuya finalidad se relaciona con el vigor, la vitalidad, la fertilidad, el poder físico y material, el éxito en cualquier actividad y la energía.

El amanecer beneficia hechizos que favorecen traslados y viajes, protege una nueva actividad o tarea y lleva a buen fin embarazos y alumbramientos.

Ayuda a todo aquello que sea un comienzo y tenga un de venir que deseamos favorables.
El atardecer es un momento mágico, favorable para hechizos delicados, que tengan como finalidad apaciguar la agresión o la ira, proteger a los ancianos y también ayudar a los moribundos en su tránsito al más allá.

Para la magia clara y luminosa, que sea favorecida por la luz del día y emplear la influencia del sol es importante que éste aparezca en el cielo con toda su luz, sin interferencias de nubes ni otros fenómenos atmosféricos.

Re era conocido como el dios-sol y el creador del antiguo Egipto. El tenía muchas formas, cada una dependiendo de donde estaba. Usualmente, Re era representado con una cabeza de halcón, usando un disco ardiente como el sol en su cabeza. En el Inframundo, el dios tomaba la forma de una cabeza de cabra.

Re era considerado el creador de nuestro mundo. Al comienzo del tiempo, un huevo se elevó de las aguas. Una vez fuera de su huevo, Re tuvo dos hijos, quienes se convirtieron en la atmósfera y las nubes . Ellos tuvieron más hijos , Geb y Nut, quienes se convirtieron en la Tierra y las estrellas. Ellos tuvieron dos hijos, Seth y Osiris, el padre de Horus.

Re lloró un día, y los seres humanos se formaron de sus lágrimas. El también creó las cuatro estaciones para el Nilo, un importante río en Egipto. Re se combina con Horus para formar Re-Harakhte, dios del Sol y los cielos.

Para los Celtas, que vivían en Europa central, Lugh era el dios del Sol. El dios del inframundo era su abuelo Balor. Balor era el líder de los Fomorii. Los Fomorii eran personas malas que vivían en el inframundo. De acuerdo a una profecía, Balor iba a ser matado por su nieto.

Para evitar que se realizara la profecía, Balor trató de matar a su nieto, pero Lugh sobrevivó milagrosamente. Lugh fue criado secretamente por el dios del mar, Manannan, y se convirtió en un gran guerrero.

Cuando alcanzó a ser adulto, se unió a las personas de la diosa Dana, llamados los Tuatha De Danaan, para ayudarlos en su lucha contra los Fomorii y Balor. Balor tenía un ojo que era capaz de matar a quien lo mirara. Lugh tiró una bola de piedra mágica al ojo de Balor, y lo mató.

Lugh corresponde al dios Galés Lleu y al Gálico Lugos. Del nombre de Lugh se derivan los nombres de ciudades modernas tales como Lyon, Laon y Leyden. Hoy, la gente recuerda la figura de Lugh con un festival que conmemora el comienzo de la cosecha en Agosto.

Para los Aztecas, que vivían en México central, Tonatiuh era el dios del Sol. Los Aztecas creían que cuatro soles habían sido creados en eras anteriores, y que todos habían muerto al final de cada ciclo cósmico. Tonatiuh era el quinto sol y la era actual aún le pertenece. Tonatiuh estaba a cargo del Paraíso Azteca llamado Tollán. Solamente los guerreros muertos y las mujeres que morían en el parto podían ser recibidos en Tollán.

Tonatiuh era responsable de soportar el universo. Para prevenir el fin del mundo, los Aztecas creían que era esencial mantener la fuerza del dios del Sol ofreciéndole sacrificios humanos.

Para los Aztecas, que vivían en México central, Tonatiuh era el dios del Sol. Los Aztecas creían que cuatro soles habían sido creados en eras anteriores, y que todos habían muerto al final de cada ciclo cósmico. Tonatiuh era el quinto sol y la era actual aún le pertenece. Tonatiuh estaba a cargo del Paraíso Azteca llamado Tollán. Solamente los guerreros muertos y las mujeres que morían en el parto podían ser recibidos en Tollán.

Tonatiuh era responsable de soportar el universo. Para prevenir el fin del mundo, los Aztecas creían que era esencial mantener la fuerza del dios del Sol ofreciéndole sacrificios humanos.

Huitzilopochtli, cuyo nombre significa "Colibrí Azul a la Izquierda," era el dios Azteca del Sol y la guerra. El es representado como un hombre azul completamente armado, con plumas de colibrí en su cabeza. Su madre Coatlicue se embarazó con Huitzilopochtli cuando una bola de plumas cayó desde el cielo y la tocó. Los hermanos y hermanas de Huitzilopochtli pensaron que su madre Coatlicue los había deshonrado con ese embarazo misterioso.

Una hermana de Huitzilopochtli, Coyolxauhqui, alentó a sus hermanos y hermanas estrellas para matar a su madre Coatlicue. Sin embargo, Huitzilopochtli brotó de su madre y la salvó. Coatlicue lamentó tanta violencia. Luego, Huitzilopochtli le cortó la cabeza a Coyolxauhqui y la lanzó al cielo donde se convirtió en la Luna.

Los Aztecas solían ofrecerle sacrificios humanos a Huitzilopochtli. Las víctimas eran usualmente prisioneros capturados en las guerras frecuentes que los Aztecas tenían contra sus vecinos. Los sacrificios eran con la intención de asegurar la lluvia, las cosechas y la victoria en las guerras. La forma más común de sacrificios practicados por los Aztecas era la de arrancarle el corazón a un cuerpo vivo y ofrecerlo al Sol.

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