Siglos de formación cultural se unieron a nuevas expresiones de pueblos anexados ubicados en Perú para dar lugar a la cultura inca. Su medicina estaba indisolublemente ligada a la magia y la religión, creyendo que las enfermedades se producían por maleficios, un susto o un pecado que lograba que el espíritu se desprenda del cuerpo.
Entre algunas de las ideas comunes se encuentra creer que las mujeres no debían pasar debajo de un arco iris si estaban embarazadas porque ese era motivo suficiente para tener bebes monstruosos y que si una persona tenía las cejas pobladas y los ojos hinchados era porque su madre había visto un cadáver durante el momento de la gestación.
Los curanderos empleaban yerbas frescas y secas, animales tanto vivos como disecados, oraciones, canciones, danza y minerales para sus tratamientos. Su cirugía consistía en perforar la capa ósea del cráneo para extraer de su interior las causas de la enfermedad. Los anestésicos más comunes eran la coca, drogas que adormecían o bebidas alcohólicas.
bien las operaciones exitosas eran bastantes, el número de pacientes que perecían no era nada despreciable. Entre su instrumental quirúrgico estaba el tumi, un cuchillo de metal con forma de T empleado para abrir cráneos, y el vilachina, que servía para extraer objetos de cualquier otro órgano. En el caso de enfrentamientos bélicos o accidentes, las trepanaciones acudían con el propósito de eliminar fragmentos de huesos o armas. También se registró que conocían el uso de las vendas.
Los médicos se dividían en distintas clase. El hampa-camayoc era el especialista en plantas; los sancoyoc eran curanderos que creían poseer poderes mágicos; los cirujanos especialistas en fracturas y heridas eran los sirkak; el macsa curaba mediante sacrificios y el sayac, mediante granos de maíz. La danza era otra de las actividades en la que participaban hombres, mujeres y niños para invocar la buena salud.
Decenas de enfermedades se registraron en el vocabulario quechua, entre ellas la epilepsia, sífilis, delirio, demencia, escorbuto, parálisis, resfriados, raquitismo, afasia, tisis, congestión alcohólica, escalofríos, neumonía, caspa capilar y laringitis, entre otras tantas.
Entre algunas de las ideas comunes se encuentra creer que las mujeres no debían pasar debajo de un arco iris si estaban embarazadas porque ese era motivo suficiente para tener bebes monstruosos y que si una persona tenía las cejas pobladas y los ojos hinchados era porque su madre había visto un cadáver durante el momento de la gestación.
Los curanderos empleaban yerbas frescas y secas, animales tanto vivos como disecados, oraciones, canciones, danza y minerales para sus tratamientos. Su cirugía consistía en perforar la capa ósea del cráneo para extraer de su interior las causas de la enfermedad. Los anestésicos más comunes eran la coca, drogas que adormecían o bebidas alcohólicas.
bien las operaciones exitosas eran bastantes, el número de pacientes que perecían no era nada despreciable. Entre su instrumental quirúrgico estaba el tumi, un cuchillo de metal con forma de T empleado para abrir cráneos, y el vilachina, que servía para extraer objetos de cualquier otro órgano. En el caso de enfrentamientos bélicos o accidentes, las trepanaciones acudían con el propósito de eliminar fragmentos de huesos o armas. También se registró que conocían el uso de las vendas.
Los médicos se dividían en distintas clase. El hampa-camayoc era el especialista en plantas; los sancoyoc eran curanderos que creían poseer poderes mágicos; los cirujanos especialistas en fracturas y heridas eran los sirkak; el macsa curaba mediante sacrificios y el sayac, mediante granos de maíz. La danza era otra de las actividades en la que participaban hombres, mujeres y niños para invocar la buena salud.
Decenas de enfermedades se registraron en el vocabulario quechua, entre ellas la epilepsia, sífilis, delirio, demencia, escorbuto, parálisis, resfriados, raquitismo, afasia, tisis, congestión alcohólica, escalofríos, neumonía, caspa capilar y laringitis, entre otras tantas.
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